jueves, 5 de julio de 2012

EMPIEZAN A CAER LOS SALARIOS DE BOLSILLO

EMPIEZAN A CAER LOS SALARIOS DE BOLSILLO

Ya no se trata de retomar la discusión sobre el impacto del mal llamado Impuesto a las Ganancias sobre la nómina salarial, porque claramente es un cargo más sobre los ingresos, sino de plantear el efecto de la caída de la actividad económica sobre las remuneraciones.
Mes a mes vemos cómo el Indec informa sobre el sostenido aumento de los haberes de los trabajadores, sean registrados en el sector privado o en el sector público, y hasta los que se desempeñan en negro.
Sin embargo, poco se sabe sobre qué está ocurriendo con la porción del ingreso de bolsillo que es variable, no sólo por la cantidad de feriados y días no laborables que se trabajan en muchos casos, sino también por las horas extras que se dedican cuando se transita por un ciclo de bonanza y las que se dejan de hacer cuando se contrae la actividad productiva y comercial.
Después de un largo proceso de reactivación y crecimiento a "tasas chinas", de más de nueve años, muchos trabajadores comenzaron a tomar como parte de su salario habitual el plus que les aportaban las horas extras.
Pero, "sin anestesia" y pese a la declamada insistencia de las autoridades nacionales en que no iban a aplicar recetas de ajuste para combatir la vuelta al rojo fiscal y la convivencia con una tasa de inflación por sobre el 20% anual, muchos empleados se vieron forzados a reducir sus gastos al contraerse severamente las posibilidades de sostener el ritmo de trabajo remunerado.
Sólo trimestralmente el Indec elabora un índice de horas trabajadas en el sector industrial. Del resto de los sectores es poco y nada lo que se conoce en forma sistematizada.
Reducción de las horas trabajadas
Sin embargo, a la luz de la fuerte contracción de la actividad de la construcción –con tasas cercanas a dos dígitos al año, cuando doce meses antes se crecía justamente a tasas de dos dígitos– como de las caída de la producción de automotores y de patentamientos, del transporte de cargas, de las ventas promedio por supermercado, así como del comercio y restaurantes, en general, es fácil percibir la pérdida del ingreso de bolsillo de muchos miles de trabajadores.
Ni que hablar de quienes comienzan a recibir telegramas de suspensiones y recorte transitorio de la jornada laboral, a la espera de que el escenario doméstico se torne otra vez expansivo, independientemente de la coyuntura internacional.
Está claro que el escenario mundial en las grandes potencias no pasa por un buen momento. En la mayoría de los países, tanto del Viejo Continente como de los EEUU y los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), y en la mayor parte del vecindario, el impacto de la crisis se manifiesta en recortes en las tasas originales de crecimiento.
Por el contrario, en la Argentina la "sintonía fina" que se anunció en octubre último devino rápidamente en un brusco cambio de signo de la tasa de variación de la generación de riqueza: de más de 9% de aumento en octubre 2011 se pasó al estancamiento en abril, en la medición del Indec, y para mayo y junio, los datos parciales de la industria, la construcción, los servicios del transporte público y del comercio interior y exterior anticipan el ingreso a la senda negativa.
Esto no es futurología, sino anticipación de hechos que ya ocurrieron pero que las estadísticas, por cuestiones naturales de procesamiento, demoran en reflejar.
Sin embargo, ayer la presidente Cristina Kirchner dio una pista al anticipar que hoy "el Banco Central convocará a los bancos clase A para que implementen líneas de créditos a tasa fija de 9,9% en el caso de la pública y 11,9% de la privada, más 400 puntos básicos, a tres años de plazo, para que apuntalen la producción y la inversión".
Seguir negando la realidad, hablar de récord de recaudación de impuestos, cuando la mayoría creció menos que la tasa de inflación, y, sobre todo, el aumento de los recursos fiscales se mantienen muy por debajo del ritmo de expansión del gasto público, sólo contribuye a alimentar las expectativas negativas.
Ese cuadro ya llegó a afectar, más temprano de lo esperado, la actividad real y el empleo. Es decir, el ingreso y la capacidad de gasto de las familias.
Qué hace el mayor socio del Mercosur
En Brasil, para revertir la crisis que principalmente afecta a la actividad industrial, el gobierno de Dilma Rousseff se abocó a la búsqueda de consensos antes que caer en dirigismos, como hace la Argentina, que no sólo ha probado fracasar en el pasado lejano, sino también en los últimos seis meses.
El ministro de Hacienda de Brasil, Guido Mantega, explicó ayer a empresarios que el gobierno propuso "diversas reformas estructurales, tales como reducción de los intereses, una política cambiaria más competitiva y estímulos a la inversión y al consumo interno, así como la implantación de una nueva política tributaria, tras calificar a la actual como arcaica y perjudicial para la producción".
También planteó Mantega desmontar los proyectos en discusión en el Congreso para elevar los gastos con salarios y pensiones, así como ampliar el número de empresas que vienen siendo beneficiadas provisionalmente con la reducción de los impuestos

FUENTE: INFOBAE